Un clarete de paisaje de Villa Atuel, San Rafael (Mendoza), que rescata variedades criollas históricas de parral viejo para ofrecer un vino fresco, generoso, frutal y con identidad local. Pensado para compartir, con alma de vino cotidiano pero con carácter.
Variedades criollas mixtas: Cereza, Criolla Grande, Moscatel Rosado y Pedro Giménez conviven en parral de más de 50 años.
Altitud de viñedo: ~ 600 metros sobre el nivel del mar, distrito de Villa Atuel.
Suelos: de origen aluvial (meandros del río Atuel), principalmente arenosos, con buena permeabilidad y bajo contenido de materia orgánica. Riego superficial.
Clima: semidesértico, con bajas precipitaciones y amplitud térmica marcada.
Cosecha: manual, en marzo; se busca frescura mediante una cosecha temprana.
Elaboración: selección de racimos, descubrados (o descubaje), cofermentación espontánea de todas las variedades en bins; inicio de fermentación con las pieles, maceración de unos 5 días, luego se descuba (separa del orujo) e fermentación termina en acero inoxidable/tambores.
Crianza: 6 meses sobre sus borras en los mismos tanques / tambores; sin filtrado.
Color: Tonalidad intermedia entre rosado y tinto (clarete), brillante, con matices rojizos suaves.
Nariz: Frutas rojas frescas, aporte de variedades criollas como Cereza, Criolla Grande, con notas frutales ligeras de Moscatel Rosado; sensación aromática generosa, de esas de “compartir” y beber sin prisa.
Boca: Paso franco, frescura marcada por la acidez; sensación ligera-media; textura amable; final agradable, frutado; genera ganas de otra copa (“tomar y tomar”).
Graduación alcohólica: ~ 12,5 % vol.
Acidez total: ≈ 5,75 g/L
Azúcar residual: cerca de 1,7-1,95 g/L (vino bastante seco)
Producción limitada: ~ 800 botellas
Enólogo / Viñador: José “Chacho” Asensio
Consumir frío (~ 12-14 °C), especialmente en tardes cálidas, encuentros informales, picadas, comidas ligeras.
Maridar con platos que no opaquen su frescura: empanadas, ensaladas, pizzas simples, tablas de quesos suaves.
Para quienes disfrutan vinos con historia, carácter local, que sean diferentes del “rosado estándar”.
Chacho Clarete de Criollas 2023 es un vino de paisaje: criollo, generoso, sincero. No pretende imponerse, sino acompañar. Su fuerza está en la frescura, el sabor frutal auténtico, en el rescate de variedades muchas veces olvidadas. Es técnico en su vinificación y transparente en su carácter: ideal si querés algo distinto, simpático, con identidad bien argentina.
